De unos 3.000 habitantes a fines del siglo XIX, pasó a cerca de 30.000 a
inicios del XX, y después a 300.000 cuando fue la ciudad que más crecía en el
mundo a mediados del siglo después de San Pablo, a base de inmigrantes casi
todos de pequeñas poblaciones y el campo. Ya entrado el XXI se acerca a
3.000.000, la mayoría jóvenes, si se suma su población flotante, los
desplazados, y los que viven en los municipios aledaños, que son cinco y de dos
departamentos diferentes. Como pocos de sus habitantes llevan varias
generaciones aquí, esta es una ciudad sin ciudadanos propios. Tiene muchos
menos años de los que cada año le celebramos, y muchísimos más habitantes de
los que periódicamente contamos mal. Esto por supuesto ocasiona problemas de
marginación social y gobernabilidad. Ya no es Santiago de Cali, ni “la sucursal del cielo” sino megaCali. Y
si seguimos destruyendo su patrimonio e importando su cultura, pronto será otra
ciudad, aparte de la espera de una tragedia, pues continúa la amenaza sísmica y
la micro zonificación se ignora.
Aquí
la movilización depende sólo de los automotores, aunque los carros son
comparativamente pocos, y pese a que hay muchos cruces a dos niveles su
circulación está restringida semanalmente, mientras motos y buses y taxis
desocupados ocupan las vías, consumiendo y contaminando. Su señalización es
antitécnica, repetida u obsoleta, y no se tapan los huecos si no que se agregan
“policías acostados”, y no hay casi ciclorutas pese a sus muchas bicicletas, o
están mal diseñadas. Su transporte colectivo es incompleto, mal planeado y peor
construido, y desde luego no podrá ser el único medio de un verdadero sistema
integrado de transporte urbano, como se ha dicho ignorando que en todas partes
siempre se usan varios. No hay suficientes semáforos ni tienen tiempo para los
peatones, y la gente pide puentes peatonales pese a que muchos no los pueden
usar, y ni siquiera hay buenos andenes o están desfigurados u ocupados por
carros, y los nuevos pasos pompeyanos y rampas peatonales están mal emplazados.
Y como no sabemos caminar ni manejar carro hay muchos accidentes.
Cali
es diferente a las ciudades que usualmente tomamos como referentes, y los
parámetros que usamos son de países desarrollados y con estaciones. La
Administración Municipal se ha burocratizando y se han privatizado sus
proyectos, funciones y tareas, pero no se entiende la necesidad de que sus
alcaldes puedan ser reelegidos, y creemos que su belleza y memoria son lujos
prescindibles. No vemos que hay que reinventarla aprendiendo del pasado para no
destruir su futuro, y que no tenemos otra vida para hacerlo. Que hay que
aprovechar que después de la Revolución Cubana la agroindustria volvió
importantes las ciudades vecinas, como Buga, Palmira y Santander, y que existe
de hecho un área metropolitana de Yumbo a Jamundí. Mas en una ciudad que se
miente así misma como la más feliz del mundo, hay que entender primero la
simbiosis entre las ciudades, en tanto que artefactos y obras de arte
colectivo, y sus habitantes en tanto que ciudadanos. Que si la cultura
ciudadana y el urbanismo no van de la mano, y este de la arquitectura, se
seguirá deteriorando, lo que es peor a que colapse.
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