Ir al contenido principal

El tiempo en la arquitectura. 07.06.2014


Aparte de que el día da paso a la noche, el verano al invierno, la lluvia a la sequía, el viento a la calma chicha y la humedad a la resequedad, los edificios solo se pueden usar y apreciar recorriéndolos. Incluso estando quietos en ellos se recorren con la mirada mientras pasa el tiempo. Se entra y se sale de ellos, se sube o se baja, se pasa de un recinto a otro, y todo cambia si se trata de un niño o un viejo y hasta de una mujer o un hombre y ni se diga de un enfermo o un discapacitado. Actividades todas que se llevan cabo no apenas en el espacio sino en el tiempo.
                                                                                                                                                                      Es decir, que la arquitectura en este sentido es -.debería ser-  la composición de espacios que permitan una secuencia de sucesos de la vida diaria de la gente como a lo largo de los años. Secuencia que precisamente es el instrumento único de la arquitectura para engendrar emociones. Como las que genera la directriz acodada en nuestra arquitectura colonial y de tradición colonial y que por otros caminos reencontraron los grandes maestros de la arquitectura moderna.
                                                                                                                                                                   Espacios y tiempos que se han de recorrer por los diversos usuarios de los edificios y que hay que hacer evidentes en los planos, recorriéndolos con la imaginación. O haciendo animaciones con ayuda del computador, pero no volando frívolamente como lo hacen muchos vendedores de ilusiones, trampa en la que a su vez caen muchos, sino circulando por los espacios de los edificios, es decir viajando en el tiempo.
                                                                                                                                                                      Y así como los vestidos duran mucho menos que las personas, los edificios duran mucho más, y por eso es que ineludiblemente cambian como dice Rafael Moneo (La vida de los edificios, 1985). Pero pese a esta verdad de a puño, rara vez se diseña su tiempo, solo su espacio, pese a que cada vez es más evidente el paso del tiempo en ellos, y que ahora hablamos de proyectarlos más que de diseñarlos. Pero es que pasamos por alto que proyectar, además de hacer un proyecto de arquitectura o ingeniería, es también lanzar, dirigir hacia adelante o a distancia (DRAE).
                                                                                                                                                                      Las viejas tipologías arquitectónicas  permiten que los edificios cambien y que ellas evolucionen, con la enorme ventaja cultural de que así sea. Como la casa de patio en manzanas cerradas, típica de los barrios coloniales y  de tradición colonial. Por ejemplo San Antonio en Cali, en su versión de medios patios y solar, antiquísima tipología que comparte con las casas de Cartagena, y que ha permitido su reinterpretación actual con éxito. De ahí que lo que es pertinente sea el conocimiento y uso de las tipologías más indicadas, logrando un acuerdo entre clima paisaje y tradición como pedía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955).
                                                                                                                                                                      Si la lengua cambiara totalmente con cada generación, mucho más de lo realmente necesario, pronto estaríamos en una torre de babel, que es precisamente en lo que se han convertido nuestras ciudades, de la mano de arquitectos que apenas buscan el espectáculo, copiando meramente edificios espectaculares de otras partes,  y no recreando nuestras acertadas tipologías, como lo hizo Rogelio Salmona pero de lo que poco se habla. Basta pensar en su reincorporación  de los patios a la arquitectura moderna del país, desde la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia, en Cartagena.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El (des) Gobierno Municipal. 21.05.2016

         El desordenado proceso del control del patrimonio construido en la ciudad, y en realidad de todo lo que se construye o destruye en Cali, lamentablemente suena a la vieja canción: songo le dio a borondongo, borondongo le dio a bernabé, bernabé le pego a muchilanga, le hechó a burundanga y le hincha los pies. Es el futuro cantado de San Antonio, el triste pasado del Centro de Cali, el escandaloso caso allí del Hotel Aristi, y el sainete del Colegio de La Sagrada Familia, frente al parque del barrio El Peñón.                                                                                                                                 ...

Soñar Políticas para la Polis. 07.12.2013

   El descontrolado incremento demográfico mundial lleva   cada vez más gente a vivir en las ciudades. Y su rapidez aquí, un buen negocio para empresarios, terratenientes y contratistas, significó más delincuencia y   accidentes de tránsito, la demolición del patrimonio cultural (memoria colectiva) y   la construcción de edificios espectáculo (que no espectaculares) e inseguros, y el despilfarro de energía y agua potable. Es el caso de los tres millones de Cali, que nadie quiere contar.                                                                                 ...

La nueva arquitectura. 27.08.2016

        Lo urgente de lo sostenible deberá lograr que la arquitectura de nuevo sea bella y eficiente como fue la edilicia de siempre en todas partes. Los nuevos profesionales, formados en las universidades deberán buscar que las técnicas apropiadas para una arquitectura sostenible los lleven a nuevas formas coherentes, en lugar de inventárselas caprichosamente como en la arquitectura espectáculo, o falsamente ecológicas como en mucha de la vendida como “verde”. Para principiar, lo construido debe durar mucho y ser fácilmente adaptable a nuevas distribuciones y usos, como también para su mantenimiento, remodelación a fondo, o el reciclaje final de sus materiales si es del caso. Y su construcción, uso y mantenimiento debe consumir el mínimo de agua y energía y generar el mínimo de contaminación, sobrantes, escombros y desperdicios. El ejemplo a seguir es desde luego la arquitectura tradicional, tan bien adaptada a su clima, paisaje y tradiciones, que hay qu...