El día en
que la energía solar estará disponible económicamente para el consumidor individual
está más cercano de lo que muchos esperan. Esto gracias a la combinación de los
costos decreciente de los paneles solares y las baterías de iones de litio, así
como la mayor capacidad de estas. Como en las utilizadas para los vehículos con
motor eléctrico (trenes, camiones, buses, carros, motos y hasta bicicletas),
las que son cada día más baratas y eficientes y por lo tanto más pequeñas o de
mayor duración.
"En
los 100 años de historia de la industria de suministro eléctrico [en Estados
Unidos], nunca antes hubo un costo realmente competitivo ni un sustituto
disponible para energía de la red" (The Fiscal Times, 29/05/2014,
7:08 AM). En
Hawai los precios por kilovatio / hora de energía solar generada son menos de
la mitad de los de la red, California alcanzará la paridad en 2017, en Nueva
York y Arizona en 2018, y para 2024 se enfrentará una mayor competencia de
energía solar en todos los demás estados. Lo que se podría generalizar aún más pronto
con el derrumbe de la producción de petróleo en Venezuela.
Así las cosas, es de esperar que en la próxima década
ciudades como Cali comenzaran a ver su espacio público libre de cables y postes
y del ruido de los motores de combustión interna, aunque desde luego preocupa
qué va a pasar con los viejos carros de segunda que ya nadie querrá comprar y
terminarán abandonados quien sabe en dónde. Sobre todo pensando que aquí, como
todo llega tarde, la gente rica, o que se lo cree, insiste en comprar más
carros para obviar el “pico y placa” y los más pobres por la ineficiencia del transporte público.
Además inquieta el que al tiempo en
que digamos adiós a los cables no podamos decir bienvenidos los paneles solares
pues comenzaran a invadir las cubiertas de casas y edificios como lo hacen ya
las ateneas de TV, con el agravante de que son muchos más y mucho más grandes.
Y no faltaran las empresas interesadas en producir electricidad solar a gran escala a través de las redes de distribuciones
existentes o, peor, llenando la ciudad nuevamente de más postes y cables.
O sea que lo ideal sería usar paneles solares directamente en cada casa o
edificio. Pero las cubiertas solares están compuestas en su totalidad por ellos, deben estar en un lugar que no
reciba sombra alguna, y orientadas hacia el sur en el hemisferio norte, con un
ángulo de inclinación que permita el rendimiento
máximo de la captación. En consecuencia lo deseable, ya que no todas las
cubiertas pueden ser solares, es utilizar terrazas y azoteas. Pero el caso es
que en Cali las construcciones recientes que han previsto un lugar para los
paneles solares son muy escasas.
Asunto
que deberían encarar desde ya en las escuelas de arquitectura, en las que la
contextualizad y sostenibilidad de los edificios (y no apenas su apariencia
“verde”) debería ser su principal preocupación. Cómo poner paneles solares en
los nuevos edificios sin afectar negativamente su estética, y cómo ponerlos
junto a los viejos que no cuentan con ellos, pero igualmente cómo ponerles
paneles también a estos, y cómo iluminar con luz natural sus interiores. En el
CAM, por ejemplo, en donde les hace falta más luz para que entiendan el impacto
en la ciudad de lo que ya es tan previsible como el cambio climático.
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