La historia de la vivienda, que no de la arquitectura, principió
en las cuevas para conservar el fuego y proteger la vida del frío, la nieve, la
lluvia o el sol, logrando pronto ambientes más confortables para habitar, o en
el bosque, en cabañas primitivas formadas al unir arriba las ramas de varios árboles
en redondo y talando los que quedaban adentro. Después se conformaron casas con
paredes de piedra, tierra o ladrillos, ya no circulares sino con naves
rectangulares, y a continuación se originaron los patios interiores para dejar
salir el humo y entrar la luz y el aire.
Espacios, los de la casa, no vacíos sino llenos por la presencia
de las personas que los habitan y de las cosas que les permiten
hacerlo, y cuyas proporciones, orden, formas, texturas y colores vuelven arte,
al tiempo que sus vanos, que permiten circular entre ellos y entrar y salir,
hacen que todo lo que se mire a través de ellos de inmediato también lo sea;
no arte sino ya arquitectura, es mejor decir, pues esta comenzó fue con
las tumbas marcadas por montículos de piedras para que los vivos recordaran que
pese a la muerte de los poderosos su poder permanecía en manos de sus herederos.
La vivienda y la
arquitectura ya juntas evolucionan para lograr la casa señorial y después el
palacio, que ya no es solamente para guardar el fuego y proteger del medio
ambiente a las cortes de príncipes y reyes, sino y sobre todo para representar
su poder. Casa y símbolo que tienen su lugar en las fortalezas más importantes
en la llamada torre del homenaje, en donde ondea la bandera del señor feudal, y
que es ocupada apenas por temporadas. Palacios que pasaron a tener otros usos
ya fuera para el gobierno o los distintos gremios de artesanos.
La casa burguesa ya es
urbana, y más que el poder de sus propietarios muestra es sus riquezas,
mediante las cuales desde luego menoscaban el poder de los nobles. Viviendas más
pequeñas y sin jardines ni terrenos alrededor, que el crecimiento demográfico
pone unas encima de otras. Apartamentos que el capitalismo pone de moda en el
siglo XX, ayudado por su publicidad mercenaria, convenciendo a los ricos y
poderosos de ahora de que vivan como los pobres, asustándolos con la
inseguridad y el costo del servicio doméstico. Todos idénticos y de cielos
planos y bajos, solo se diferencian por su tamaño y precio.
Pero
desafortunadamente la gran mayoría de los habitantes de las ciudades ya no
pueden vivir en casas. De ahí la importancia del diseño de los edificios de
apartamentos y especialmente de las ciudades en los que estos se levantan. Los
andenes, las calles locales, los pequeños parques de barrio, las escuelas, mercados, comercios, cafeterías y
restaurantes cercanos, pasan a ser parte de las viviendas. Por eso es más
importante hacer ciudad que apenas viviendas; la arquitectura de la ciudad que
la del ego y los especuladores. ¿Cuándo lo
entenderán las escuelas de arquitectura?
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