Aparte de las varias técnicas necesarias para lograr el aspecto artístico de los edificios, que involucran las del dibujo, la pintura y la escultura pero igual las de la música o la poesía en tanto composición, se debe recurrir a una técnica estructural para vencer la gravedad, la que a lo largo de la historia ha sido, paradójicamente, un recurso definitivo para darle a la arquitectura su contenido artístico. Pero además se precisan diferentes técnicas para las diversas instalaciones (agua, electricidad, comunicaciones, sonido, climatización, etc.), para los distintos terminados (recubrimientos, pinturas, enchapes, suelos, etc.) y para las distintas artesanías involucradas (carpintería, cerrajería, etc.).
La estructural es la técnica para levantar ya sea una pirámide o erigir un obelisco; para conformar el fuste de una columna de un templo griego, para hacer una bóveda de crucería en una gran catedral gótica; para reinterpretar todo lo anterior en un edificio renacentista; luego, con algunos desarrollos, uno neoclásico; para realizar una estructura de cubierta de par y nudillo o de parhilera, o levantar un muro de tapia pisada, en la arquitectura colonial; o para hacer una división de bahareque o de embutido indígena. En toda la arquitectura premoderna es muy claro como técnica y arte son interdependientes y de ahí que, como lo sentenció Auguste Perret: “El que no construye, adorna”.
Es justamente lo que aconteció a partir del siglo XIX con el gran desarrollo de las técnicas constructivas a partir de los nuevos materiales, componentes y elementos, y entonces, ya en el XX, la vulgarización de arquitectura moderna se permitió el equivocado lujo de poder construir cualquier cosa, lo que con la arquitectura posmoderna de finales del siglo e inicios del XXI se llevó a un extremo con la llamada arquitectura espectáculo, que pronto pasó de moda, y al lamentable espectáculo de la que vergonzosamente la imita, al punto de que ya no es ni técnica ni arte, pero la que en países como Colombia sigue de penúltima moda para vergüenza de sus ciudades e incluso algunos pueblos.
Pero ante el cambio climático y la escases creciente de agua dulce, ahora por lo contrario hay usar mucho más un antiquísimo material, la tierra, y desarrollar algunas viejas técnicas constructivas, muy útiles de nuevo, haciéndoles por supuesto algunos cambios, y generar nuevas técnicas dirigidas a la captación de la energía solar y eólica, la climatización pasiva, la ventilación e iluminación naturales y para los estanques de almacenamiento del agua de las lluvias, sobre todo en el trópico en el que la climatización pasiva en sus climas cálidos y templados es muy fácil y agradable; casi artística por la presencia en ellas del agua, como en algunas viejas casas remodeladas en Cali, por ejemplo.
Es por todo lo anterior que la arquitectura verdaderamente posmoderna debe recuperar el oficio en tanto técnica pero sin olvidar su aspecto artístico, y nuevamente derivarlo de aquella. Por ejemplo, creando nuevas bellas cubiertas con paneles fotovoltaicos y para recoger arriba el agua de las lluvias, cubiertas en las que en los planos que cierran su volumen está, como siempre, el carácter de la imagen artística de los edificios. Sería además una nueva técnica y un nuevo arte para poder proceder a remodelar, en muchas casas pero especialmente en muchos edificios de apartamentos, las insípidas cubiertas planas, causantes de goteras, de la masiva vulgarización de la arquitectura moderna.
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