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Movilidad. 12.08.2017


     Trasladarse de un lugar a otro demanda un tiempo dado para recorrer la vía o vías necesarias, dependiendo de su capacidad y características de su diseño como curvas, cuestas, cruces, pasos peatonales, superficie, sentidos de circulación y demás. Tiempo que también depende de los sistemas de transporte empleados (automóviles, bicicletas, motos, taxis, buses, tranvías y trenes) la cantidad de usuarios en cada momento del día y la frecuencia y calidad del servicio, como el tipo de usuario (niños, mujeres embarazadas, ancianos, discapacitados, o con maletas).

      Pero siempre se comienza y termina caminando, o al pasar de un medio de transporte a otro, y con frecuencia se va a pie la totalidad del recorrido. Y cuando los andenes no son suficientes ni adecuados se invaden las calzadas de las calles poniendo en peligro a los peatones y entorpeciendo la circulación de los vehículos. De ahí la importancia ineludible y básica de los andenes en cualquier plan integral de movilidad, como igualmente en cualquier solución puntual.

    Además, todas las vías precisan de un adecuado terminado en sus diferentes superficies y del diseño pertinente de su despiece cuando es el caso. Y de su correcta iluminación, semaforización coordinada y visible, disposición de bolardos y barandas si son necesarios, y su clara demarcación. Y de una suficiente y apropiada señalización basada en símbolos de uso internacional, además de su nomenclatura y la información oportuna y suficiente de destinos y distancias.

    Vías que precisan, más que todo, tener continuidad a lo largo de sus recorridos, formando una malla más o menos ortogonal. Calles de uno o dos sentidos con andenes y ciclo vías, avenidas de dos calzadas con separador y carriles para diferentes usos, autopistas urbanas sin andenes pero con arcenes, y vías férreas. La mayoría en la superficie pero con algunos tramos elevados o subterráneos y cruces a dos niveles, o subterráneas, como suelen ser las de los Metros, o aéreas pero que irrumpen en el paisaje urbano.

  Y movilizarse eficientemente pero también con seguridad, comodidad y placer, implica cierto comportamiento. De ahí que es necesaria la educación cívica para al correcto uso del espacio urbano público, sobre todo para los nuevos habitantes provenientes del campo o pequeños pueblos en donde las costumbres para hacerlo son diferentes. Y por supuesto el permanente control y vigilancia por parte de las autoridades, pero igualmente que los mismos ciudadanos den buen ejemplo.

   También hay que tener presente que en unos años habrá menos carros particulares, que serán más pequeños y que su circulación estará más restringida, y que habrá más bicicletas comunes y eléctricas, y que muchos de estos vehículos serán  de alquiler. Que los trenes serán más rápidos y el transporte público más integrado y versátil. Y que las ciudades se reorganizarán cada vez más por sectores caminables formando pequeñas ciudades dentro de las grandes ciudades.

   Considerar todo lo anterior simultáneamente implica un trabajo transdisciplinario que incluye la ingeniería, el urbanismo y la arquitectura, y la historia, sociología, salud y sicología, implícitas en ellas. Y partir de que un plan vial integral (de la ciudad y sus accesos, los sectoriales y los locales) y su respectiva normativa, es la contraparte de un plan de usos del suelo, densidades, alturas y aislamientos, y que juntos conforman un verdadero POT. Es decir, todo lo contrario de lo que pasa en Cali. 

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