Trasladarse de un lugar a otro demanda un tiempo dado para recorrer la
vía o vías necesarias, dependiendo de su capacidad y características de su
diseño como curvas, cuestas, cruces, pasos peatonales, superficie, sentidos de
circulación y demás. Tiempo que también depende de los sistemas de transporte
empleados (automóviles, bicicletas, motos, taxis, buses, tranvías y trenes) la
cantidad de usuarios en cada momento del día y la frecuencia y calidad del
servicio, como el tipo de usuario (niños, mujeres embarazadas, ancianos,
discapacitados, o con maletas).
Pero siempre se comienza y termina caminando, o al pasar de un medio de
transporte a otro, y con frecuencia se va a pie la totalidad del recorrido. Y
cuando los andenes no son suficientes ni adecuados se invaden las calzadas de
las calles poniendo en peligro a los peatones y entorpeciendo la circulación de
los vehículos. De ahí la importancia ineludible y básica de los andenes en
cualquier plan integral de movilidad, como igualmente en cualquier solución
puntual.
Además, todas las vías precisan de un adecuado terminado en sus
diferentes superficies y del diseño pertinente de su despiece cuando es el
caso. Y de su correcta iluminación, semaforización coordinada y visible, disposición
de bolardos y barandas si son necesarios, y su clara demarcación. Y de una suficiente
y apropiada señalización basada en símbolos de uso internacional, además de su
nomenclatura y la información oportuna y suficiente de destinos y distancias.
Vías que precisan, más que todo, tener continuidad a lo largo de sus
recorridos, formando una malla más o menos ortogonal. Calles de uno o dos
sentidos con andenes y ciclo vías, avenidas de dos calzadas con separador y
carriles para diferentes usos, autopistas urbanas sin andenes pero con arcenes,
y vías férreas. La mayoría en la superficie pero con algunos tramos elevados o
subterráneos y cruces a dos niveles, o subterráneas, como suelen ser las de los
Metros, o aéreas pero que irrumpen en el paisaje urbano.
Y movilizarse eficientemente pero también con seguridad, comodidad y
placer, implica cierto comportamiento. De ahí que es necesaria la educación cívica
para al correcto uso del espacio urbano público, sobre todo para los nuevos
habitantes provenientes del campo o pequeños pueblos en donde las costumbres
para hacerlo son diferentes. Y por supuesto el permanente control y vigilancia
por parte de las autoridades, pero igualmente que los mismos ciudadanos den
buen ejemplo.
También hay que tener presente que en unos años habrá menos carros
particulares, que serán más pequeños y que su circulación estará más
restringida, y que habrá más bicicletas comunes y eléctricas, y que muchos de
estos vehículos serán de alquiler. Que
los trenes serán más rápidos y el transporte público más integrado y versátil.
Y que las ciudades se reorganizarán cada vez más por sectores caminables
formando pequeñas ciudades dentro de las grandes ciudades.
Considerar todo lo anterior simultáneamente implica un trabajo transdisciplinario
que incluye la ingeniería, el urbanismo y la arquitectura, y la historia,
sociología, salud y sicología, implícitas en ellas. Y partir de que un plan
vial integral (de la ciudad y sus accesos, los sectoriales y los locales) y su
respectiva normativa, es la contraparte de un plan de usos del suelo,
densidades, alturas y aislamientos, y que juntos conforman un verdadero POT. Es
decir, todo lo contrario de lo que pasa en Cali.
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