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Las cinco amenazas a Cali. 20.04.2013


Del terremoto, similar a los devastadores de Popayán o Armenia, que eventualmente afectará a la ciudad ni siquiera se habla. De lo contrario, los dirigentes de la región, tanto del sector público como del privado, ya habrían logrado un plan a largo plazo para recuperar el sistema de ciudades del valle del río Cauca, subdividido en tres zonas de Santander de Quilichao a Cartago, con la capital del Departamento en Buga, en la zona central. Y sería una realidad el área metropolitana de Cali, en la zona sur, incluyendo las áreas adyacentes de Yumbo, Palmira, Candelaria, Santander de Quilichao y Jamundí.
                                                                                                                                                                      Y desde luego la situación es más grave si al tiempo de un terremoto se rompe el jarillón. Aunque lo más probable es que primero se romperá por falta de mantenimiento y, sobre todo, por su invasión y construcción ilegal.  Sin embargo,  y por lo contrario, se sigue consolidando toda el área de Aguablanca, incluyendo colegios, mas espectáculo que colegios, en medio de vías de tránsito pesado y caños de aguas contaminadas,  en lugar de desalojarla poco a poco principiando por sus partes más vulnerables, que son las que se demorarían más tiempo en desaguar, pues el problema no es apenas la inundación sino las aguas estancadas.
                                                                                                                                                                      Ya hay escasez de agua potable pero nada se ha hecho para construir pronto nuevos acueductos. Varios para que sean menos vulnerables a los sismos y sirvan de parques urbanos, como lo fue inicialmente el Acueducto de San Antonio, y continúa siéndolo el parque que se consolidó al lado en sus áreas libres con el mismo nombre. Son seis los ríos que atraviesan la ciudad hacia el Cauca, los que se podrían aprovechar, como también varias escorrentías. Y tampoco se ha hecho algo eficiente para racionalizar el consumo de agua potable, la que se continua usando para lavar inodoros, lo que es sorprendente, o para lavar carros y andenes. Y de qué hacer con las aguas contaminadas, tampoco nada.
                                                                                                                                                                      Por su parte, el colapso del transporte urbano público se presentará tarde o temprano si no se lo convierte en un verdadero sistema integrado (peatones, bicicletas, taxis, buses y trenes). Lo que implica utilizar el corredor férreo, recto y muy ancho y propiedad del Estado, completando el par vial de las calles 25 y 26, por donde podrían circular buses bi articulados, dando tiempo para construir sendas ciclovías, una verdadera autopista urbana, dos vías para el tren tanto de cercanías como regional, y hasta un sistema elevado como propone el arquitecto Juan Marchant. Todo en medio de la alameda de samanes más larga del mundo, y con edificios altos a lado y lado.
                                                                                                                                                                      Pero es la fealdad la peor amenaza sobre esta ciudad que fue muy bonita hace medio siglo. Los caleños no entienden que la única vida que tienen es aquí y ahora, y que su calidad comienza por que la ciudad sea placentera y significativa, lo que implica disfrutar de su paisaje natural. Rio de Janeiro de lado ¿qué otra ciudad se abraza a un cerro como las Tres Cruces? Igualmente del  paisaje urbano en el que vivimos. ¿Se puede estar sano en medio de mugre, desorden y ruido? ¿Son educados los que tiran su basura a la calle o suben los carros a los andenes, incluidos los del Club Colombia, o que se apropian de ellos como el Intercontinental? ¿Es posible una vivienda digna en una ciudad fea?

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