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Ciudades, democracias y medios. 02.11.2011


Los periódicos, primero, y las revistas, radio y televisión, después, y, ahora, la información por Internet, son producto de las ciudades como todo lo bueno, lo feo y lo malo de la vida actual, y las columnas de opinión y la información e investigación que se encuentra en ellos son pilares de la democracia. Todas las ciudades tienen uno o más periódicos y su importancia es paralela a la de la ciudad. Si se quiere saber más de lo que pasa en una ciudad hay que leer su periódico, pero todos traen más o menos la misma información regional e internacional pues no los hay nacionales si no solo de circulación nacional. El que quiera noticias frescas tiene que recurrir a los noticieros de televisión, que agregan caras bonitas por la noche, o mejor a los de la radio, y cada vez más al Internet o el celular. O sea que con los periódicos locales basta para conocer el acontecer de cada ciudad, pues para lo demás son mejores las revistas o periódicos semanales o mensuales, que son en la práctica revistas menos costosas, en los que se analizan las noticias mundiales que ya se conocen.

Pero cada día son más los que los leen por Internet revistas como Caliescribe.com, pues se va a los temas que a cada uno le interesan sin tener que soportar la propaganda cada vez más grande, superficial e invasora de los periódicos impresos, a menos de que se la quiera ver como pornografía gratis, pues ahora la publicidad recurre al sexo para vender cualquier cosa, con la misma desfachatez con que se hacen propagandas para alcaldes y gobernadores que semejan periódicos, lo que no es nada democrático. Además están los muchos sitios de información libre a los que se accede en cualquier momento por la Red. De otro lado, en la medida en que los periódicos tienen más imágenes, se “ojean” mas pero se leen menos, e incluso ahora destacan en los textos lo que hay que leer en ellos como si el resto fuera simple relleno, y penosamente con frecuencia lo es. El desperdicio de energía, agua, papel, tinta y transporte es enorme, y habrá quien rechace los periódicos con razón como poco “verdes”. Pero también porque se los ha llenado desde hace unos años de colores, los que llegan a lo grotesco en las páginas sociales de algunos de ellos.

Ahora compiten con imágenes en lugar de profundizar en lo suyo que es lo escrito. No reducen su incómodo formato, si no que crecen sus fotografías, no aumentan sus temas sino que los reducen, y los diseñan buscando que sean más llamativos y no para facilitar su lectura. Qué bueno sería que en un cuadernillo principal se sintetizaran las noticias, análisis, informaciones y opiniones de las varias y diferentes secciones en las que se profundiza en los distintos temas de la ciudad, la región, el país y el mundo. Y que se los pudiera comprar por separado e incluso a diferentes precios. Por supuesto, como las novelas, los periódicos no van a desaparecer: son toda una tradición. Los necesitamos para saber cómo amaneció la ciudad o para desayunar o no estar solos en calles, plazas y parques o protegernos de la lluvia o el sol. Sin embargo, en un país en donde cada vez hay más personas que saben leer y escribir pero menos lectores, se tienen que renovar, pero sin perder su carácter de vigilancia del acontecer político y ciudadano.

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