Lo más urgente es la seguridad. Principiando por un plan de
emergencia en el caso de un terremoto o que se rompa el jarillón del Río Cauca
o, peor, ambas cosas al tiempo. Lo segundo son los accidentes de tráfico
debidos al mal diseño de las vías, la pésima señalización y a que los caleños
no conducen sus carros adecuadamente y que la ciudad no cuenta con andenes para
los peatones. Y, para terminar, está la
inseguridad en las calles y los robos y
atracos, por no contar con suficientes patrullas de policía, la que
debería ser municipal.
Después
está la sostenibilidad de la ciudad. Hay que densificarla en lugar de
extenderla más, reduciendo la contaminación producida por el transporte
motorizado. Es prioritario su abastecimiento de agua y el uso racional del agua
potable y reciclar las basuras, las que hay que convertir en insumos, y lo mismo
las aguas servidas. También hay que imponer la climatización pasiva y la
iluminación natural en todos sus edificios. Hay que recuperar para Cali sus
cerros y ríos, que son lo más bello que tiene y símbolos de su identidad.
La
circulación y el transporte se debe acometer integralmente, principiando por
los peatones y terminando por el transporte colectivo, que debe ser multimodal,
es decir que debe incluir taxis, buses, articulados, tranvías y trenes, públicos o privados pero bajo una única
autoridad. Pero también hay que dar prioridad a las bicicletas y racionalizar
la circulación de motos y carros. Y por supuesto es imprescindible escalonar
los horarios de trabajo, estudio y servicios para evitar las horas pico,
eliminando el contraproducente pico y placa actual.
La
normatividad hay que repensarla totalmente. Hay que basarla en el re uso de lo
ya construido, que hay que entenderlo como su patrimonio urbano arquitectónico
en sus diferentes niveles de importancia histórica, urbana o arquitectónica, y
su respeto por las nuevas construcciones. También hay que imponer la aceptación
de una mayoría calificada de los vecinos cuando se quieran modificar los usos
del suelo o la paramentación o altura predominantes. Pero también insistir en el
cumplimiento de unos estándares mínimos de construcción y diseño.
Por
último, está la cultura ciudadana, sin la cual todo lo anterior no se puede
lograr a cabalidad. Entendida como una educación cívica permanente, mediante
los medios de comunicación y en escuelas, colegios y universidades, sobre la
ciudad, su clima, paisajes y tradiciones, y el adecuado comportamiento de sus
habitantes en sus calles, plazas, parques y edificios de uso público. Pero
también sobre el respeto por la privacidad y tranquilidad de los vecinos en las
viviendas particulares, ya sean casas, edificios o conjuntos cerrados.
Todo lo anterior hay que
acometerlo principiando por el centro ampliado y a lo largo, y ancho del
corredor férreo. Después en los barrios tradicionales
y en los suburbios. Finalmente, es inaplazable la creación de un área
metropolitana con las poblaciones vecinas de Jamundí, Yumbo y Palmira, pero
pensando en una ciudad región, recuperando el viejo sistema de ciudades del
valle geográfico del Río Cauca, desde Santander hasta Buga, al menos,
incluyendo Florida, Pradera y Candelaria ; y bien conectada con Buenaventura,
por supuesto.
Comentarios
Publicar un comentario